Codigo Buenos Aires

Sociedad

MALVINAS ARGENTINAS. SOBERANIA Y UNION NACIONAL

Hoy 10 de junio, conmemoramos la creación en 1829 de la Comandancia  Política y Militar en Islas Malvinas y adyacentes al Cabo de Hornos,  en el Mar  Atlántico, a cuyo frente fue designado primer Gobernador y  Comandante argentino  Luis Elías Vernet. De familia francesa, aunque nacido en Hamburgo, se radicaría  en Buenos Aires en 1817, muy […]

Hoy 10 de junio, conmemoramos la creación en 1829 de la Comandancia  Política y Militar en Islas Malvinas y adyacentes al Cabo de Hornos,  en el Mar  Atlántico, a cuyo frente fue designado primer Gobernador y  Comandante argentino  Luis Elías Vernet.

De familia francesa, aunque nacido en Hamburgo, se radicaría  en Buenos Aires en 1817, muy interesado  en la colonización de Puerto Soledad, teniendo en cuenta su experiencia en la administración de cargas navieras.

En los considerandos del decreto que plasma  su nombramiento  y que  firma el Gobernador interino de la Provincia de Buenos Aires, Brigadier General  Martin Rodríguez,  se le ordena:  «que la población de dichas Islas observen las leyes de la Republica y el cuidado en sus costas de la ejecución de los reglamentos sobre pesca de anfibios»

La fecha fue  elegida para conmemorar el Día de los Derechos Argentinos sobre las Islas irredentas, que a su vez  coincidía con otro 10 de junio pero de 1770. En esa fecha  los españoles habían expulsado a los ingleses, establecidos  en una de las islas de la Gran Malvina.

España ejercerá el dominio de las islas a través de treintidos Gobernadores, que finalizara  en 1811 con el último de ellos, el  Oficial de Navío Pablo Guillen.

Con estos antecedentes,  el 14 de noviembre de 1973,   el Congreso Nacional y el Poder Ejecutivo, -para recordar y reafirmar el reclamo de soberanía sobre los territorios usurpados-   sancionan y promulgan,  el 30 de noviembre de ese mismo año la Ley 20561/73.

En su Art. 1°. dicha ley fija como«Día de la  Afirmación de los Derechos Argentinos sobre Malvinas, Islas y Sector Antártico»el día 10 de Junio, expresión de soberanía que se celebrara todos los años en todo el país.

En nombre del Gobierno de Buenos Aires, Luis Vernet toma posesión de las islas el 30 de agosto de ese mismo año. Desembarca con  su familia, una entusiasta  peonada de gauchos, indios y morenos,  junto a unos cincuenta colonos entre alemanes e ingleses.   Habrá izamiento del pabellón nacional con cintas celestes y blancas en los sombreros de los pobladores,  con salvas   de veintiún cañonazos en medio de vivas a la Patria!. ..así lo relata  su esposa María Sáenz de Vernet.

En medio de ese clima austral riguroso e inclemente, lograran desarrollar la incipiente economía isleña: promoviendo  la exportación de cueros y carnes saladas, propiciando la distribución de tierras y cartografiando el archipiélago en toda su extensión. La documentación oficial como rubrica de  soberanía, llevara el sello de distinción: «Armas de la Patria-Comandancia Malvinas».

La inmigración -en notorio aumento-  llegara en un año a  300 habitantes. y como rimero familiar, el  5 de febrero de 1830 nace en el terruño isleño su  hija Malvina Vernet.

Hasta la Revolución de Mayo,  la monarquía española  detentaba la posesión austral, desde  las Islas Malvinas hasta el cabo de Hornos,  respaldada  por el  derecho del primer ocupante, el consentimiento explicito de las potencias europeas de la época y obviamente por formar parte  del Virreinato del Rio de la Plata, creado en 1776.

Al General Manuel Belgrano ,como miembro de la Primera Junta, le tocara   liquidar los sueldos y gastos de Pablo Guillen,  último gobernador español de Malvinas, que en  febrero de 1811, hace  abandono intempestivo de la comandancia, afectando  los derechos soberanos que nos pertenecen – por sucesión de Estados-  a las  Provincias Unidas del Rio de la Plata. «Es necesario no olvidar,  observa la «Gaceta Mercantil, la importancia estratégica de Malvinas, llave del Atlántico Sur y del estrecho de Magallanes».

Con retraso gubernamental, recién a principio de 1820 y atento a la explotación indiscriminada e ilegal de ballenas y focas en los Mares del Sur, se  toma la decisión  de ocupar con todos los atributos legales la geografía de Malvinas.

El señalado  para sostener económicamente la empresa,  será un familiar de Juan José Castelli, el armador naviero empresario  y garante de patentes de corso, Patricio Lynch, quien acepta alistar la fragata «La Heroína» de  casi 500 toneladas y  pertrecharla con  treinta cañones.

Autorizado a emprender la aventura por el Director Supremo Juan Martin de Pueyrredon, se designa al coronel americano David Jewett,  inscripto en el libro de corsarios, con  reserva de la operación, » Código de Señales de la Armada» y el objetivo excluyente en el  norte de su brújula: Malvinas!.             Con ellos iba, sumado a la tripulación,  el  Subteniente de Marina,  Luciano Castelli,  sobrino del General Belgrano.

Cuando «La Heroína» navegaba por las heladas  aguas del Atlántico Sur          – por la zona en que fue torpedeado y hundido el Crucero ARA General Belgrano-, ese 20 de junio de 1820  transitaba hacia la inmortalidad el General Manuel Belgrano,  entre el 25 de Mayo de la Libertad y el 9 de Julio de la Independencia. Coincidencias del destino.

El 27 de octubre de 1820 la fragata «Heroína» llegaba a Puerto Soledad. La novedad del arribo trasmitida por el capitán Jewett al Director de las Provincias Unidas, Juan Martin de Pueyrredon fue  cursada  mediante oficio como «Capitán de la Armada de las Provincias Unidas de Sudamérica». Nuestros territorios australes dejaban de ser enclave colonial español, tremolaba al fin jirón del cielo, la sublime enseña. El espíritu de Belgrano se hacía  presente con su distintivo de soberanía, para distinguir lo que es de lo que no es.

Desde el punto de vista jurídico la proclama de soberanía de David Jewett  es el título más relevante que como Nación podemos oponer a cualquier otro título que esgrima cualquier potencia como es el caso del Reino Unido. y así se debe accionar  en los años sucesivos.

Las concesiones  de explotación ganadera en la isla oriental de Malvinas  al grupo empresario Vernet-Pacheco,  -descriptas  precedentemente- convalidan nuestros derechos. Vernet sumara a sus tareas, la misión de integrar a través de sus líderes y caciques, a la comunidad nativa tehuelche con la firme  intención  de extender la Comandancia al estrecho de Magallanes.

Esa expansión geopolítica de desarrollo malvinense, hará fruncir el ceño al Almirantazgo británico que en consecuencia, comienza  su arrime naval de hostigamiento, planteándose la ocupación de nuestras Malvinas.

Tanto el Foreing Office como los juristas de la Corona,   sustentan los títulos británicos de antigüedad de dominio y comunican al Gobierno de Buenos Aires,  el 19 de noviembre de 1829,  que no van a renunciar a su pretensiones.

Tomada la decisión  por Gran Bretaña de invadir  las Islas Malvinas, el comandante en jefe de la Estación sudamericana de la flota británica con sede en Rio de Janeiro, contralmirante Baker, imparte instrucciones al capitán Oslow, al comando del navío Clío, para que desembarque y consuma   la expulsión de los ocupantes del Archipiélago, que rindan sus armas y que abandonen el territorio.

El 2 de enero de 1833 se lleva a cabo  la usurpación y el desalojo . Nuestros marinos y civiles se rinden,  sin chances de combatir ante una fuerza militar superior en medios.  A su llegada a  Buenos Aires, recibirán  con vergüenza, el duro reproche del Almirante Guillermo Brown.

La perdida desde entonces de las Islas Malvinas,  poseídas en justos títulos primero por España y luego por la Republica Argentina, es deber sagrado de los nacionales, el velar por la honra de su nombre, por la integridad de su territorio y por los intereses de los argentinos. «Esos derechos -dirá José Hernández no prescriben jamás».

Desde entonces nuestros reclamos históricos son permanentes.  La Asamblea General de Naciones Unidas a través de la Resolución 2065, reconoce  el conflicto en  1965 y lo caratula como acto de colonialismo, exhortando a quienes mantienen enclaves coloniales a devolverlos a sus legítimos poseedores. Nos acompañan en la misma dirección de  nuestros reclamos el Comité Especial de Descolonización de Naciones Unidas, La Organización de Estados Americanos, Mercosur y todas las Cumbres Iberoamericanas.

Imborrable en nuestra memoria, la Batalla de Malvinas iniciada el 2 de abril de 1982,  con sus fuerzas de aire, mar y tierra,  por la recuperación de las tierras irredentas, nos llaman a la reflexión. El operativo de rescate de Malvinas  era difícil. Siendo las fuerzas británicas la infantería de la OTAN en la defensa de Occidente frente al Pacto de Varsovia, tornaba quimérico el intento de alterar los términos de la geopolítica bipolar en esa coyuntura mundial.

Mas acá de las causales de política interior, la gesta sin mácula que libraron oficiales pilotos y soldados está inscripta  en la mejor pagina de la historia nacional.

Y en esa marcial presencia en el teatro de operaciones no estuvo al margen  el personal de la Aduana Argentina. Convocado sorpresivamente por orden superior, todo el personal de la Sección Brigada de Fondeo se unió a las fuerzas navales para realizar tareas de control y auxilio en altamar.

Los 16 brigadistas de Aduana, embarcados en el buque Piloto Alsina emprendieron una navegación hasta  180 millas náuticas de la costa argentina -altura Mar del Plata- para desde allí, hacer trasbordo a la Fragata Libertad.

El fondeo de guerra estaba orientado al control ocular de material bélico o personas de procedencia británica.

El Chino Corbelle, Víctor Schiavo, Lafalce, Lugones, Fernandez Doval, Pariente, Rossi, López, Islas, Crisafi, Usaurou, Cannata, Mortola, Caba, Chamorro y Fontana todos ellos  aduaneros brigadistas de fondeo, centinelas del mar, no registraron deserciones en orden a una convocatoria ineludible.

A su regreso , después de 50 días de operaciones, desembarcados en el apostadero Naval de Buenos Aires, sobrellevaron el mismo sigilo que tuvo el arribo de los heroicos combatientes al volver de esa memorable  lid anticolonialista que no tiene fin, sino objetivo: la recuperación soberana de las Islas Malvinas.

Abrigamos esa esperanza.»Solo la esperanza tiene las rodillas nítidas, porque no registra genuflexión».

Que la recordación de esos sucesos  de Afirmación de los Derechos Argentinos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur, retemple nuestras convicciones de Soberanía Nacional sí, pero cobijada  en los pliegues  de la  Unión Nacional, clave de nuestra felicidad como argentinos.  En este año tan relevante en que conmemoramos el bicentenario del paso a la inmortalidad del Gral. Manuel Belgrano. –

Rodolfo D. Giacomozzi

Secretario A.E.A.N.A.